Blibiotecas de bibliotecas

Pablo Doberti


El desorden es rara vez virtud; sin embargo, en el reino de las bibliotecas lo es. Desconfío de las bibliotecas ordenadas. Guardo en mi memoria una imagen de Onetti en su consustancial cama, y el marco es una biblioteca desordenada hasta el escándalo. La guardo como la imagen pura de la biblioteca y del lector.

¡Qué feos lucen los estantes cargados de colecciones de lomos engomados! Esas son bibliotecas de editores, no de lectores. (El contraste entre la biblioteca de mi casa y la de mi oficina lo evidencia.)

Todo es áuricamente desigual en una buena biblioteca. Los estantes no tienen las mismas alturas, a veces ni las mismas longitudes, y muy a menudo son de diferente profundidad; en ellos no hay dos libros del mismo tamaño, ni del mismo grosor. Como las montañas o como las olas del mar, la pretendida homogeneidad solo se percibe en escorzo, desenfocando. En rigor una biblioteca es una reunión de lo exhaustivamente diverso.

El secreto e imperceptible orden del desorden de las bibliotecas no es visible. Es de otra índole. Su existencia se descubre solicitándole un libro al propietario. Estén seguros de que si lo tiene, lo hallará casi de inmediato. Buscará como un ciego y encontrará como un vidente. Algo lo guía; lo mismo que ordena su escandaloso desorden. La trama que hila ese universo destartalado es de una complejidad superior a la psiquis humana. Superior –digo- porque es producto de los más enrevesados rincones de la psiquis humana. Es la ruta de las lecturas y de las consultas. O mejor aún: es la ruta de las intenciones de las lecturas y de las consultas.

La biblioteca es la evidencia de las intenciones de una persona. Es el mapa de sus anhelos y –también- de sus postergaciones. No todo es panacea, tampoco. Siempre hay libros esperándonos y siempre habrá libros esperándonos. La biblioteca es el diario más íntimo.

También están las otras falsas bibliotecas, además de las devaluadas bibliotecas ordenadas. Me refiero a las bibliotecas fetiches. No me gustan porque los libros no son fetiches. Me parece una contradicción en los términos. Un fetiche no es un libro porque predomina el valor de objeto sobre el valor de contenido. El fetiche vale por lo que es, no por lo que nos proporciona con su uso. Eso –insisto- ya no es un libro. Un libro es lo que se produce con su lectura. Estoy pensando en las bibliotecas de colección, de ediciones únicas, de manuscritos y vainas por el estilo…

Pero también están esas otras bibliotecas, raras y místicas, hechas de deshechos, de libros desechados. Desechados porque ya han sido leídos. A éstas, por el contrario, las valoro. Bibliotecas que son casi sustitutos del cesto de basura. En ellas, libro leído es libro inútil, y va a apilarse en cualquier parte. Respeto a estas bibliotecas y a estos lectores. No hacen culto ni de la relectura. No acumular frustraciones, sino fiestas. No atesoran sino la experiencia de la lectura. Tal vez ésos sean los lectores perfectos.

Bibliotecas de bibliotecas, en suma. Matices de un mismo mito genial, el de que en las casas en donde no hay libros hace frío.

5 comentarios:

  1. Mientras leía su interesante nota sobre las bibliotecas iba imaginando la mía; incluso le dí un vistazo, vi en ella lo que ustedes anotan: libros viejos y manoseados, pero también libros nuevos... recién leídos y, aquello de la estantería: Unas tablas de pino sin pulir pero curadas para evitar que se dañen, sostenidas por piedeamigos hechos en una herrería de La Parroquia y pintados por nosotros. Aquí decubrí algo que a ustedes se les escapó: Los libros que he leído tienen, todos, notas al márgen escritas por mí en mis conversaciones con el autor del libro (es costumbre por necesidad, agregar mis comentarios sobre el tema... Eso sí, tengo cuidado de escribirlo con lo primero que tengo a mano: lápiz, bolígrafo, marcador... antes de que las ideas se escapen.

    Los felicito y pongo a sus órdenes mi blog: http://viveroliterario.blogspot.com/
    Espero que le den un vistazo y anoten sus comentarios.

    Saludos

    Inés de Cuevas.

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  2. No me había planteado la similitud entre la biblioteca y el diario de vida. Volteo a ver la mia, encuentro apiñados y desordenados los libros de poesia de los últimos 3 años. Pues si, se parece a lo que estoy viviendo, escribiendo, sintiendo.
    Saludos

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  3. Catalina Santamaría Riocerezo
    C/ Federico Olmeda, 3
    09006 Burgos

    Telf.: 947 218 649

    Móvil: 657 518 776

    Burgos, 15 de abril de 2009

    Estimados señores:

    Soy una burgalesa de 46 años que está buscando trabajo en su ciudad. Me gustaría trabajar de Auxiliar Administrativa por los siguientes motivos:

    Tengo amplia experiencia en empresas de varios sectores de la economía, entre otros: transporte internacional, telecomunicaciones y hostelería.

    De todos es sabido que una Auxiliar Administrativa puede dedicarse a muy diferentes funciones y que siempre es necesaria para apoyar en la Administración de una empresa.

    Es por esto que si necesitan una persona con infinitas ganas de aprender, de trabajar y sobre todo de hacer las cosas bien, me tengan en cuenta cuando realicen una selección de personal en su empresa.

    En espera de sus gratas noticias les saluda atentamente,

    Catalina Santamaría

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